lunes, 30 de octubre de 2017

madre naturaleza

La Madre Naturaleza acudió al bosque y les recibió a la hora convenida. Al principio fue complicado que reinara el silencio porque había un tremendo alboroto, pero cuando por fin dejaron de piar, graznar, gorjear y silbar, la Madre Naturaleza habló.
– ¡Por favor, silencio! Me habéis llamado porque estáis disgustados con vuestro color. A mí me parece que el tono madera que lucís es precioso, pero si no vosotros no estáis conformes, vamos  a intentar solucionarlo. Os llamaré uno por uno y os ruego que respetéis el turno ¿De acuerdo?… ¡A ver, urraca, acércate a mí! Tú serás la primera en hacer tu petición.
La urraca se acercó lo más deprisa que pudo.
– Verá usted, señora… Yo había pensado cambiar el marrón por un negro bien brillante, salpicado con unas cuantas plumas blancas en el pecho ¿Qué le parece?
– ¡Sin duda has tenido una idea muy acertada! ¡Vamos allá!

La Madre Naturaleza cogió el pincel más fino que tenía, una paleta con infinitos colores, y pintó el plumaje de la urraca hasta que quedó perfecto.

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