Un cuento corto debe tener una estructura tal que con pocas palabras construyas las columnas que lo sostengan. ¿El resto? Información que muchas veces es el mismo lector quien incorpora sin percatarse. Por ejemplo, tú sólo escribes; la casa grande, y a esa figura el lector le asigna un color, dimensiones y hasta un aroma. Es esa sutileza de presentar a tu lector ‘los titulares’ aquello que ayudará a que un texto sea más o menos exitoso. Usa incluso el título, ya sea como una pista o como una respuesta para deducir el desenlace del relato.
Soy fervorosa creyente de la fuerza de los sustantivos y los verbos. No es necesario saturar el texto con adjetivaciones y adverbalizaciones. Es lo simple aquello que favorece la escritura, imagina con las palabras la siguiente imagen; un caballo destaca más cabalgando en solitario por una llanura que dentro de un establo junto a cincuenta de sus congéneres. Haz un trabajo de abstracción, limpia el relato de todo acompañante innecesario y verás cómo los que queden brillarán más y mejor. Por otro lado, analiza cada sustantivo y cada verbo, busca opciones, sinónimos, encuentra aquellos con más fuerza o más delicadeza, según el caso y verás cómo sus acompañantes serán todavía más prescindibles. También trata de no excederte en descripciones que caigan en lo patético, ya que – por excesivas – no ayudan a embellecer el texto sino que por el contrario lo ensucian entorpeciendo su fluidez.
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