El pavo real contuvo la respiración y no pestañeó
hasta que la Madre Naturaleza le dijo que había terminado. El resultado fue
soberbio, sin duda uno de sus mayores logros en tantos años creando y diseñando
animales por todo el planeta. Los presentes se quedaron boquiabiertos y
reconocieron que el pavo real se había convertido en el paradigma de la
elegancia y el buen gusto.
El canario se dio prisa por ser el siguiente. Pidió
un único color, pero le rogó que fuera especial y sobre todo, bien visible
desde la distancia. La Madre Naturaleza meditó un momento y después le
aconsejó basándose en su dilatada experiencia.
– Yo creo que el ideal para ti es un amarillo
intenso ¡Creo que te sentaría bien y te haría parecer más alegre de
lo que ya eres!
– ¡Uy, qué ilusión, así todos se acercarán a mí!
¡Con lo que me gusta tener espectadores mientras canto!
La Madre Naturaleza le hizo un guiño y le cubrió
con un deslumbrante tono que recordaba los limones maduros. Todos estuvieron de
acuerdo en que era un color bellísimo que realzaba el atractivo del canario.
Y así, una tras otra, fueron desfilando ante ella
todas las aves del bosque. Cuando terminó, suspiró satisfecha por el buen
trabajo realizado.
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